La liturgia de esta fiesta de Todos los Santos nos
invita a elevar nuestra mirada hacia la muchedumbre innumerable de los
santos que ya participan del lugar del consuelo, de la luz y de la paz
en presencia de Dios.
En esa muchedumbre no sólo están los santos reconocidos de forma
oficial, sino también los bautizados de todas las épocas y naciones, que
se han esforzado por cumplir con amor y fidelidad la voluntad divina.
De gran parte de ellos no conocemos ni el rostro ni el nombre, pero
seguro que forman parte de la Iglesia triunfante algunos de nuestros
antepasados y familiares, personas a las que hemos conocido y con las
que hemos convivido.
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