Cada año, miles de niños consumen la comida rápida de una empresa que
forma parte activa en la deforestación de selvas, la explotación laboral
y la muerte de millones de animales: McDonald's. Estrategias de
mercadotecnia hábilmente diseñadas han expandido la empresa McDonald's a
más de 40 países, donde la empática imagen de Ronald McDonald y su
"Cajita feliz", vende en los niños el gusto por la comida rápida,
asociándola con un ideal de alegría. Esta publicidad ha tenido un gran
éxito en diferentes partes del mundo, contribuyendo a altas tasas de
obesidad infantil.
La alimentación que entrega esta empresa es totalmente carente de
nutrientes. Es más, esta comida se conoce mundialmente como ‘comida
chatarra’, y no es por nada que recibe este nombre.
Las hamburguesas y "nuggets" que McDonald's ofrece, provienen de
animales que durante toda su vida fueron mantenidos en condiciones
artificiales: Privados de aire libre y luz solar, permanecen hacinados
al punto de no poder estirar sus miembros o alas (en el caso de los
pollos), atiborrados de hormonas para acelerar su crecimiento, y de
antibióticos para contrarrestar las múltiples infecciones a que están
expuestos, por las condiciones de insalubridad y amontonamiento. Los
pollos son engordados al grado en que sus patas no resisten su peso.
Para establecer sus franquicias, McDonald's adquiere terrenos a bajo
precio en lo que antes fueron selvas tropicales deforestadas para la
explotación ganadera. Ofrece sueldos mínimos a sus empleados,
aprovechándose de las minorías étnicas y contratando menores de edad.
Los productos de McDonald's, con su alto contenido en grasas, azúcar y
sal, estimulan en los niños el desarrollo de sobrepeso, la resistencia a
la insulina y su consecuente Diabetes Tipo 2.
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