El siguiente párrafo fue extraído de una
conferencia sobre la responsabilidad de la Iglesia en el futuro de la
economía mundial brindada por Su Santidad Benedicto XVI
el 19 de noviembre de 1985 en la Universidad Urbaniana del Vaticano,
cuando se desempeñaba como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de
la Fe. En él, quien veinte años después sería pontífice señala con
precisión y valentía el papel que cumplen las denominadas iglesias
electrónicas que, financiadas desde el hemisferio norte, proliferan en
los países del tronco cultural iberoamericano, y los intereses a los
cuales sirven estas pseudo religiones desde su pretendido apoliticismo:
“...En mi tentativa de esbozar la constelación de un diálogo entre Iglesia y Economía, he dado con un cuarto aspecto. Se pone de relieve con las famosas palabras de Teodoro Roosevelt, en 1912: “Creo que la asimilación de los países latinoamericanos será larga y difícil mientras estos países sigan siendo católicos”. En esta misma tónica Rockefeller, hablando en Roma en 1969, recomendó que se sustituyera a los católicos de allá por otros cristianos: empresa que, como sabemos, ahora está en plena marcha. Ambas declaraciones suponen que la religión –o en este caso una fe cristiana en particular- sea un factor social y por consiguiente también económico, que puede determinar el posterior desarrollo de estructuras políticas y posibilidades económicas. Esto nos recuerda la teoría de Max Weber sobre la afinidad interna entre capitalismo y calvinismo, entre la formación de un orden económico y una idea religiosa determinante. Aquí casi pareciera que se han puesto patas arriba las ideas de Marx: no es la economía la que produce ideas religiosas, sino que una orientación religiosa fundamental decide qué sistema económico se generará”.
“...En mi tentativa de esbozar la constelación de un diálogo entre Iglesia y Economía, he dado con un cuarto aspecto. Se pone de relieve con las famosas palabras de Teodoro Roosevelt, en 1912: “Creo que la asimilación de los países latinoamericanos será larga y difícil mientras estos países sigan siendo católicos”. En esta misma tónica Rockefeller, hablando en Roma en 1969, recomendó que se sustituyera a los católicos de allá por otros cristianos: empresa que, como sabemos, ahora está en plena marcha. Ambas declaraciones suponen que la religión –o en este caso una fe cristiana en particular- sea un factor social y por consiguiente también económico, que puede determinar el posterior desarrollo de estructuras políticas y posibilidades económicas. Esto nos recuerda la teoría de Max Weber sobre la afinidad interna entre capitalismo y calvinismo, entre la formación de un orden económico y una idea religiosa determinante. Aquí casi pareciera que se han puesto patas arriba las ideas de Marx: no es la economía la que produce ideas religiosas, sino que una orientación religiosa fundamental decide qué sistema económico se generará”.
-Dos miembros de una secta-.
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