lunes, 13 de enero de 2014

Águilas y Leones - Amado Nervo

Somos de raza de águilas y raza de leones;
maridaje sublime de una y otra realeza:
la del ala que burla todas las extensiones
y la del rey ungido por la Naturaleza.

Somos de raza de águilas y raza de leones;
ya apunta nuestra aurora, nuestro destino empieza.

Somos de raza de águilas y raza de leones;
de leones indómitos de coronas fulgentes,
y de águilas reales que en los hoscos peñones
estrangulan serpientes

¿Cómo no han de alumbrarnos el sol que a las naciones
transfigura, el divino sol de amor y bonanza?
Somos de raza de águilas y raza de leones.
¡Tengamos esperanza!

Nuestras estirpes áureas eclipsan los blasones
de los más grandes pueblos. Tenemos la fe, el estro
que inflama; la osadía, madre de altas acciones.
Somos de raza de águilas y raza de leones.
El mundo (aunque no quieran los otros) será nuestro.

En tanto, recordamos con emoción amante
el día en que unas naves, cruzando las llanuras
del nunca hollado Atlante,
trajeron a estos mundos al fiero león rapante,
para unirlo a las águilas, diosas de las alturas.

De entonces, juntos ambos, mientras el león defiende
la heredad que en sus garras formidables afianza,
el águila, su aliada, las extensiones hiende,
y su mirada inmóvil la emboscada sorprende,
sortea los peligros y burla la asechanza.

¡Oh, España, que nos diste tu altivo león rugiente:
gracias! Seremos dignos de su pujanza heroica,
y en premio del regalo y a cambio del presente,
te ofrendamos el vuelo del águila potente,
y en el combate brava y en el dolor estoica.

Los numerosos pueblos hermanos que en ti fijos
tienen los grandes ojos negros y soñadores,
y que como nosotros se ufanan de ser hijos
de cepa tan gloriosa, te ofrecen sus cóndores,
te brindan sus estrellas, sus manos enlazadas,
sus vivos gorros frigios, sus cerros humeantes;
y todos erigimos nuestras cimas nevadas
como torres gigantes,
para que a ellas asciendan las águilas osadas,
o rujan en sus crestas los leones rapantes.

¡Oh, madre, madre augusta de las veinte naciones,
rimemos los latidos de nuestros corazones,
y unidos para siempre nuestros veintiún pendones,
marchemos por caminos de paz y bienandanzas!

Somos de raza de águilas y raza de leones:
¡tengamos esperanza!

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