miércoles, 29 de mayo de 2013

Anticatolicismo en los Estados Unidos de América.

John Highham describe al anticatolicismo como “la más lujuriosa y persistente tradición de agitación paranoica en América”. El anticatolicismo era un sentimiento importante en el Reino Unido cuando éste fue importado a los Estados Unidos. Dos tipos de retórica anticatólica existían en la sociedad colonial norteamericana. La primera fue heredada de la Reforma Protestante y de las Guerras de religión de Francia del siglo XVI y ésta consistía en considerar a la Iglesia Católica como la Ramera de Babilonia y el Anticristo, y éste prejuicio se extendió hasta fines del siglo XVII. La segunda era de carácter secular y se enfocaba a las supuestas intrigas de los católicos para extender el despotismo medieval sobre todo el mundo.

El historiador Arthur Schlesinger ha denominado al anticatolicismo como “el más profundo prejuicio en la historia del pueblo americano”.

El anticatolicismo en los Estados Unidos se origina en la Reforma Protestante, el cual evolucionó en una profunda antipatía hacia la Iglesia Católica como el resultado de la lucha por establecer su independencia fuera de la Iglesia. A causa de que la Reforma se basó en el esfuerzo de corregir lo que eran percibidos como errores y excesos de la Iglesia Católica, se formó una fuerte oposición en contra de la jerarquía católica y del Papado en particular. Ésta posición fue llevada al continente americano por los colonos, que eran en su mayoría protestantes, quienes se oponían no sólo a la Iglesia Católica, sino también a la Iglesia Anglicana, la cual -debido a que conservaba prácticas y doctrinas católicas- fue acusada de no ser suficientemente reformada.

Dado que muchos colonos británicos, como los puritanos y congregacionalistas, tuvieron que huir de la persecución religiosa por la Iglesia Anglicana de Inglaterra, mucho de la temprana cultura religiosa norteamericana mostró el más extremo prejuicio anticatólico de esas denominaciones. Monseñor John Tracy Ellis escribió que “el prejuicio anticatólico fue traído a Jamestown en 1607 y fue vigorosamente cultivado en las trece colonias desde Massachusetts a Georgia." Las cartas y leyes de la época colonial contenían proscripciones específicas contra los católicos. Monseñor Ellis señaló que el común odio hacia los católicos logró unir a los clérigos anglicanos y ministros puritanos a pesar de las diferencias y conflictos que existían entre ellos. Las cartas de Thomas Jefferson contenían las siguientes afirmaciones: «La historia, según creo, no nos da ejemplos de que un pueblo dirigido por sacerdotes pueda mantener un gobierno civil libre». y, «En cada país y en toda época, el sacerdote ha sido hostil a la libertad. Él está siempre en alianza con el déspota, esperando en retorno de los abusos que comete protección para sí».

                    
El sentimiento anticatólico floreció en los Estados Unidos durante todo el siglo XIX y se multiplicaron los actos de violencia contra la minoría católica, como los hechos que se produjeron el 11 y 12 de agosto de 1834 en Charlestown (Massachusetts) que fueron conocidos como los «Disturbios del convento de las Ursulinas». En esa ocasión, una turba protestante, inflamada por el libro anticatólico The awful disclosures of María Monk escrita por una supuesta monja católica de nombre María Monk, incendió un convento de monjas ursulinas quienes lograron escapar de ser linchadas.

Un gran trabajo en la persecución de católicos lo desarrolló el Ku Klux Klan, quienes convencían a la gente de que las desgracias morales que vivían los Estados Unidos eran permitidas por Dios debido a la presencia de hijos de la "Gran Ramera de Babilonia" entre el pueblo escogido que representaban los protestantes de raza blanca. Entre los más bullados asesinatos de católicos por parte del Klan destaca el de Viola Liuzzo, en cuyo asesinato incluso estuvo involucrado un agente del FBI.

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